La
presencia de Mordekai amarga el delicioso sabor que tenía en la boca. Cuando
finalmente consigo pillar por sorpresa a Di y besarla, el muy idiota viene a
cortarnos el rollo o a matarnos, que es lo mismo. Veo por el rabillo del ojo cómo la bruja
saca del bolso la daga, hasta ahora innecesaria, y se prepara para lanzarse a
por el demonio. Es demasiado ingenua, sabe que no está en condiciones y aun
así… Me pongo frente a ella de forma protectora a pesar de su mirada
reprobatoria.
—Sé
cuidarme sola.