“Menuda pérdida de tiempo”.
Gideon, despreocupado por la cada vez más intensa lluvia,
observaba con denotado aburrimiento a la pareja en la cafetería desde el exterior de la ventana. “Ni siquiera
parece apetecible”, se dijo analizando a la humana. Era una mujer, más bien una
niña, con el pelo largo castaño-rojizo, la figura demasiado delgada y un aura triste, llena de preocupación y miedo. Sin embargo, al principio se
había mostrado altiva, casi agresiva. “No sé cómo ese idiota se lo ha
permitido”.
Lanzó una mirada de disgusto hacia su hermano mayor, Tesh, inclinado sobre la mesa y cada vez más cerca de la chica. “¿La estará oliendo?”. Eso le inquietó. Desde fuera había captado un sutil aroma floral, muy apagado, muy superficial. Algo en su interior se encendió al reconocer el olor, pero rechazó la idea al instante. No era más que otra insulsa humana que, si realmente le interesaba, le duraría menos de dos días. “Al menos Kat soporta mi hambre”. Ella había conseguido sobrevivir más que el resto, aunque su repentino viaje a Moscú había alargado el inevitable final. “No importa, aún me es útil”.
Lanzó una mirada de disgusto hacia su hermano mayor, Tesh, inclinado sobre la mesa y cada vez más cerca de la chica. “¿La estará oliendo?”. Eso le inquietó. Desde fuera había captado un sutil aroma floral, muy apagado, muy superficial. Algo en su interior se encendió al reconocer el olor, pero rechazó la idea al instante. No era más que otra insulsa humana que, si realmente le interesaba, le duraría menos de dos días. “Al menos Kat soporta mi hambre”. Ella había conseguido sobrevivir más que el resto, aunque su repentino viaje a Moscú había alargado el inevitable final. “No importa, aún me es útil”.
Levantó la cabeza en dirección a
las plantas superiores de la facultad, donde se encontraban los despachos del
profesorado. No necesitaba concentrarse, ni siquiera cerrar los ojos, para
captar el latido del corazón de colibrí de su bluthure. Sentía su nerviosismo,
su debilidad. El vampiro se recreó paladeando cada nota de inseguridad y temor
que emanaba su pequeña mortal.
—Lo cogerás esta tarde —ordenó a la
mujer instantes después de salir de su apartamento, con la mente aún desubicada
por la pérdida de sangre—. El tiempo apremia y en breve cambiará de escondite, si no lo ha hecho ya.
—¿Y si aparece él? ¿Qué hago? No sé
si podría…
Gideon rodeó la cintura de Katya, silenciando la inquietud entre sus fríos brazos. Tuvo que hacer un gran esfuerzo en retraer los
colmillos y acallar la sed, siempre presente cuando sus cuerpos se rozaban.
—No pasará nada, yo le vigilaré.
—Acarició
con ternura la forma de su mandíbula, perfilando esos labios que suspiraban por
su cercanía. Ella quería besos profundos y palabras tiernas, algo que llamaba amor. “Y precisamente fue a
buscar al vertedero de la humanidad”. Pero podía ceder, sería un fugaz regalo por su lealtad—. Estarás segura, schön. Recuerda nuestra promesa, estoy
dentro de ti, tú estás dentro de mí. Irá bien.
La inercia hizo que su cuerpo se
balanceara, deteniéndose a unos milímetros de su boca. Olía a frutos
silvestres, a moras y a frambuesas, jugosas, dulces y suculentas. Demasiado
cautivador. Antes de que ella abriera los ojos, había desaparecido. "Si no llego a controlarme...". La necesitaba viva, al menos un poco
más.
—¿Qué es esto? —murmuró al cuello de su
cazadora.
Un humano deambulaba por la puerta del edificio con un claro gesto
contradictorio. Le conocía, lo vio antes de su misión a Rusia y en aquel bar de la ciudad, hacía unas semanas. Estaba con Tesh y con la chica extraña. Quería entrar pero no podía, la jaula invisible creada por el poder del vampiro se
lo impedía. Estaba empapado, confuso y desamparado. Y con la mirada llena de determinación. Gideon torció los labios en una sonrisa y con un impulso mental
forzó al humano a adentrarse en la cafetería. Uno de los trucos que
había aprendido durante el exilio. Aunque era incapaz de romper la barrera de su hermano mayor,
sí podía abrir una rendija suficientemente ancha para un ratón. Y esperaba que
esta rata fuera el punto de distracción que el profesor Tesh necesitaba. A pesar de estar muerto, todavía recordaba lo divertido que podía llegar a ser provocar a un novio celoso y desconfiado.
Derechos reservados por la autora, Enara L. de la Peña / Fotografía Laura Makabresku
A medida que voy leyendo, Gideon me parece cada vez más un cabroncete simpático. Pero la pregunta ahora es: ¿Cuál es su verdadero objetivo, lo que trata de esconder bajo esa fachada de gamberro que disfruta al hacer incordiar a su hermano?
ResponderEliminarLo de 'simpático'... No sé yo qué opinará él al respecto. Y su único y verdadero objetivo siempre ha sido su hermano, o puede que algo más ;)
EliminarNo pienso que sea su hermano, la verdad que estoy de acuerdo con Loco solitario, "simpático cabroncete" me parece un adjetivo muy suculento a la hora de tallar el personaje en tus escritos Enara. Ahora toca decirte "No sé si me gustaría encontrármelo, pero me gusta" Besos.
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